La catedral italiana, si bien no fue construida en mármol, sino en ladrillo, cuenta con todo el revestimiento exterior de la fachada en mármol. En este templo del siglo XIV se utilizó mármol rosa de Candoglia.
Es la iglesia más grande de Italia si excluimos la basílica de San Pietro, ubicada en el Estado del Vaticano, y la tercera del mundo por superficie con su interior de 11.700 m².
Su construcción fue propuesta en 1386 por el arzobispo Antonio de ‘Saluzzi’ y apoyada por el duque de Milán, Gian Galeazzo Visconti, y el responsable de la obra fue Veneranda Fábrica del Duomo, creado específicamente para la ocasión.
Pero, ¿cómo llegó el mármol a Milán? Una vez extraído, el mármol Candoglia era transportado por agua a lo largo de un camino que del lago Maggiore pasó por el río Ticinoy a través de la Naviglio grande, llegó al pie del patio. Este medio de transporte siguió siendo el mismo hasta 1920, cuando la urbanización masiva que azotó la ciudad de Milán obligó a la transición al transporte por carretera moderno.
La construcción de la Catedral de Milán fue una de las más largas de la historia: desde la colocación de los cimientos de los pilares, en 1387, hasta la finalización de la fachada, a finales del siglo XIX, siguiendo tres estilos arquitectónicos diferentes: Gótico Internacional, Neoclásico y Neogótico.
La Catedral de Milán impresiona no solo por su belleza, sino también por sus números: 3400 son las estatuas que lo decoran, 135 las torres, 108,5 metros de altura del suelo de Madonnina, y bien 325.000 toneladas de peso de todo el edificio.