Antes de empezar con el blog de hoy, aunque muchos ya lo sabréis, vamos a definir qué es el mármol. Es una roca metamórfica, es decir, que sufre transformaciones físicas y químicas como resultado de las variaciones de temperatura y presión. Más del 90% es carbonato cálcico, y el otro pequeño porcentaje, curiosamente, es el que define la gran variedad de colores y características físicas.
Su calidad y majestuosidad, ha quedado demostrada en la arquitectura a lo largo de la historia de la humanidad.
Véase como claro ejemplo de ello, el David de Miguel Ángel. Una escultura de mármol blanco de 5,17 metros de alto y 5.572 kg de masa, realizada entre 1501 y 1504 en Florencia. Una de las obras maestras del Renacimiento y una de las esculturas más famosas del mundo. Y como curiosidad, aunque hasta 1873 estuvo ubicada en la plaza de la Señoría de la capital toscana, y posteriormente se llevó para la Galería de la Academia de Florencia, en su lugar se erige una copia realizada también en mármol blanco.
En la antigua Grecia, sus primeras columnas y templos griegos fueron fabricados con mármol. Además, tanto para la antigua Grecia como para el Imperio Romano, se consideraba símbolo de poder. De ahí su uso en los templos sagrados dedicados a los dioses, residencias de los grandes emperadores o en los baños romanos.
A día de hoy tanto en construcción como en decoración, el mármol además de contar con un alto valor gracias a su calidad, aporta sofisticación y elegancia. Tanto para interioristas como para arquitectos, ofrece un sinfín de posibilidades llenas de estilo y belleza.
Es un material más presente en nuestras vidas de lo que creemos, ya que no solo podemos apreciarlo en nuestras viviendas, sino también en locales comerciales, hostelería, en el arte funerario, centros médicos, lujosos hoteles, aeropuertos, etc. Su resistencia lo convierte en un instrumento con un carácter muy polifacético, ya que es idóneo para suelos, paredes, encimeras y lavabos, por ejemplo.
Su singularidad, no solo se queda ahí, sino que gracias a sus distintos veteados y colores, podemos pasar de un estilo clásico a uno más moderno, combinando a la perfección con cualquier ambiente.
¿Qué más se le puede pedir a esta roca sinónimo de delicadeza y belleza?