El Pabellón Alemán de Mies Van der Rohe y Lilly Reich para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 es conocido como el edificio más moderno sobre el que se ha escrito. Pero no importa cuántas veces se redibuje el pabellón para su análisis, siempre hay nuevos ángulos para interpretarlo. Identificar su capacidad para redefinir la imagen alemana, al tiempo que introduce genuinamente nuevas estrategias que siguen estando presentes en los proyectos arquitectónicos contemporáneos, son dos elementos clave de las intenciones de los arquitectos detrás de su estrategia de diseño.
Como parte del movimiento moderno, el pabellón combina el arte con la sencillez. A través de líneas simples y planos suaves, la distribución aspira a resolver problemas arquitectónicos, brindando un resultado estético. Durante el proceso de diseño del pabellón, los arquitectos probaron diferentes posiciones para las paredes antes de lograr líneas que permitieran efectos visuales precisos.
De niño, Mies van der Rohe aprendió sobre diferentes tipos de mármol y minerales de su familia de canteros. De una amplia gama de opciones, el arquitecto eligió cuatro tipos diferentes de piedra: travertino romano, mármol verde alpino, mármol verde antiguo de Grecia y ónix dorado de las montañas del Atlas. Su experiencia con los materiales nobles lo llevó a una selección de colores y estructura equilibrada en las piedras aplicadas en el pabellón.
La libertad otorgada al arquitecto en el diseño del pabellón le permitió crear muebles únicos como complemento. Hecha con materiales que no se habían utilizado antes, Mies van der Rohe propuso un futuro icono del diseño moderno: hecha de perfiles de metal y cuero, la silla Barcelona fue una innovación que sigue siendo relevante hoy en día.